Y hablando de coraje, se te perdió
un poco. Quizás se te cayó, quizás lo tiraste a propósito o quizás no merecía
la pena regalarlo. Te hubiera sido devuelto. Hay cosas que, sin querer o sin
poder evitarlo, se devuelven como un préstamo, una bofetada o el cariño. Te
hubiera sido devuelto todo. En cambio perdiste coraje y con ello, tu pagaré.
¿Y si se te olvidó en alguna calle
de Madrid? ¿Y si te lo arrebataron inconscientemente tus amigos con deducciones
tristemente realistas? ¿Y si lo gastaste todo con alguien más? ¿Y si se quedó
en el fondo de alguna copa de esas de noches baratas?
No importa, puedes coger un poco prestado, a mí
aún me queda algo. Ese poco que guardé y no usé en el momento adecuado. Un pedacito
de coraje que me robó el miedo en aquel agosto. Te lo presto sin intereses, sin condiciones ni edulcorantes. Solo con la promesa de saber usarlo.
Ahora queda una vacante. Es una pena
saber que tu currículum cumplía los requisitos. Quizás tu suplente sea otro
poeta. Puede que a tu lado solo escriba garabatos, pero con el coraje que a ti
te faltó podría conseguir el puesto. Ojalá no sea tarde si decides volver a
coger tus lapiceros.
Por eso, busca en tus bolsillos,
mira en el cajón de los miedos y pecados, mete el orgullo en esas copas
nocturnas y acaba con él. Quizás así encuentres el coraje que perdiste. Quizás
así vuelvas a tu puesto. Quizás así termines tus rimas. Quizás así no sea el
fin.
En cualquier caso, buenas noches,
poeta.
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